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viernes, 31 de mayo de 2013

Figuraciones

Cuando se empezaron asomar las primeras estrellas que anunciaban el final de la tarde y estando ellos completamente solos, luego de un largo día; ahí se encontraban tomados de las manos, mirándose fijamente a los ojos, muy jóvenes aun para entender lo sencillo que es el amor en las complicadas emociones de dos adolescentes, dos adolescentes que jugaban a amarse, aunque quizás uno pretendía amar más que el otro a pesar de no saberlo, y el otro se figuraba un amor inexistente.

Así fue como ella muy despacio soltó sus manos. Él observo por un instante como desaparecía la sensación de sus caricias y el calor que se disipaba con los segundos, entonces levanto la mirada, la vio directamente a los ojos, mientras ella movía su cabeza negativamente y dijo muy levemente – ¡no puedo! –. Él sabía muy bien el significado de sus palabras, ya que habían estado muy callados durante todo el día, cada gesto en ella parecía pronosticarle este desenlace al finalizar la tarde. – ¿que no puedes? – respondió mientras que una de sus manos se apoderaba de la mejilla izquierda de ella; quería dirigir su rostro de forma tal que ella volviera a mirarlo directamente a los ojos, ya que hace unos segundo había agachado la mirada. – ¡no puedo! – Simplemente volvió a decir con una voz suave; - ya veo – logro murmurar él con una voz entre cortada, al tiempo que ella volvió agachar la mirada mientras intentaba retirarse del lugar. Él tomo una de sus manos en un intento por detenerla y complementó diciéndole – te amo, quizás baste por los dos -  en los labios de ella se dibujo un intento de sonrisa que solo pudo mantener escasos segundos; hábilmente soltó su mano mientras que volvió a mover su cabeza en forma negativa.

El permaneció inmóvil mientras que ella se alejo desapareciendo en la distancia.


Un tarde ya casi al finalizar y ya pasados muchos años, ella se encontraba en un autobús, miraba por la ventana y de repente lo vio caminando, su corazón palpito como no había palpitado en años, un leve calor recorrió cada centímetro de su blanca piel, una sonrisa se apodero de sus labios al mismo tiempo que sus manos se posaban en el vidrio de la ventana; él por su parte camino sin advertir la mirada emocionada que lo observaba desde cerca; entonces ella tomo firmemente su cartera, se levanto y permaneció quieta, escucho una voz que le decía – ¿se va a bajar señorita? – era un señor mayor que se había movido para cederle espacio y ella pudiera salir de su asiento, ella miro al señor, luego bajo la mirada y mientras se volvía a sentar le dijo – no, yo era la que me figuraba no amarlo sin saberlo – el señor que se encontraba a su lado no entendió nada de lo dicho por ella, entonces volvió a dirigir su mirada hacia el frente, mientras ella seguía observando por la ventana con su cabeza apoyada en esta y él se alejaba al finalizar el día. 

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