Hay
cosas difíciles en la vida, hay cosas que son necesarias para poder
continuar, hay momentos en que quieres mantener la esperanza solo por
querer creer, pero esa misma esperanza que resulta una simple mentira
que nos repetimos como una excusa para decir que ella aun nos ama, esa
termina siendo una pequeña cárcel, puedes estar tomando un café al caer
la tarde de un domingo, puedes estar ahí teniendo una agradable
conversación con una hermosa mujer y solo piensas en ella, y solo
piensas que no debes apresurar el paso, por si ella decide ampliar esta
historia, te mantienes al margen con las nuevas posibilidades solo por
esperarla, sonríes, hablas, respiras pero solo deseas que sea con ella,
entonces tratas de terminar la velada rápidamente solo por esperanzas,
te dices a ti mismo aun no es tarde, puedo escribirle, puedo hallarla,
puedo buscarla y con un detalle agradable le robare una sonrisa, y esa
es mi entrada para recomenzar una historia ya cancelada, pero no todo
sale como soñamos, porque al soñar despierto no contamos con la
indiferencia, con la antipatía, luego recuerdas los momentos antes de
que se marchara y te das cuenta que siempre has estado con detalles
agradables, siempre has estado robándole sonrisas, así que es momento de
salir a pensar, caminar con la frialdad que a veces poseo, analizar la
situación, y en un punto determinado de la caminata me detendré,
sonreiré porque di con la repuesta adecuada… si…, es momento de embalar
los recuerdos, es momento de dejar a un lado las esperanzas (esto es
algo que casi nadie se diría a sí mismo), pero es lo mejor, he de
canalizar esas esperanzas en proyectos más probables, es hora de creer
solo en lo que es posible, es hora de dejar que cada quien se guie por
su propias decisiones y su propia suerte, es momento para escribir, para
encontrarse nuevas inspiraciones, de sonreírle si la consigo por la
calle, de disfrutar el día, de la vida, sentarme en una plaza y observar
la gente transitar, imaginar sus historias y crear nuevos personajes,
de sentirme libre, de viajar recorriendo cada rincón que me espera, de
que nazcan nuevos besos robados con pasión en medio de la oscuridad, es
momento de tomarme un café al caer la tarde de un domingo y solo pensar
en la persona presente.
Jean C. Quirós
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